Del sollozo primero al último suspiro
navegamos en mares, el timón pretendiendo.
El inicial asombro y el harto devenir
confunden nuestros dioses, de temores nos visten.
Reyes somos de a ratos, plebeyos casi siempre,
las dudas rechazamos, nos creemos tan sabios!
Y somos sin embargo una mínima parte
del alma colectiva que a todos nos reúne.
Sin ti yo no soy nada, sin ellos no hay nosotros,
una ola infinita que a buen puerto nos lleva.
Sencillo es y entonces por qué cuesta aceptarlo
y perdemos las horas hiriendo la alegría? L.C.
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