jueves, 18 de septiembre de 2014

Un recuerdo apenas audible

Ilustración Anne Soline

Vos y yo por las calles recién puestas.
Tu mano inmensa encima de mi hombro,
los geranios salían de las cestas,
mis ojos, soles ávidos de asombro.

Nosotros dibujando letanías.
Tu caminar en leves balanceos,
el mío más atrás, casi corría
como colgada de tus pies anzuelos.

Y los dos apurando melodías.
En mi risa brotaba el desparpajo,
el diario comprado en la otra esquina, 
tu voz que se esparcía a suaves gajos.

Postales de domingo al mediodía.

Una ciudad de tango y dos por cuatro,
a vos y a mí, desnuda, se ofrecía,
y los dos recogíamos pedazos,
pletóricos de luz y de avaricia.

Ya no piso aquel parque ni sus horas,
y es apenas audible tu recuerdo, 
ya no presto mis manos a la tuyas,
y por querer nombrarte hasta me muerdo.

Mi infancia vuelve, pero no la evito:
cine de barrio, el patio, las vecinas,
quisiera suspirarlo y brota un grito:
vos y yo, los domingos, mediodía.  

Y la casa y su aroma de comida.
L.C.

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